He pasado algunos días en una comunidad rural de Nicaragua haciendo un pequeño estudio de campo con tres compañeros. Escuchar las historias de personas recién conocidas me han tocado el corazón y me hacen reflexionar mucho.
Un señor de edad avanzada me contó su historia personal. Cuando tenía seis años sus padres murieron e inmediatamente comenzó a trabajar. Hoy es dueño de su propio negocio, sus hijos ya terminaron sus carreras de la universidad y siguen soñando con mejorar las condiciones de su comunidad. Hay mucha esperanza.









